‘VERANO EN DICIEMBRE’
- PRODUCCIÓN: La Belloch Teatro
- TEXTO Y DIRECCIÓN: Carolina África
- REPARTO: Lola Cordón, Pilar Manso, Virginia Frutos, Carolina África y Almudena Mestre
- ESCENOGRAFÍA: Carolina África y Almudena Mestre
- LUGAR: Teatro Circo Murcia
- FECHA: Jueves, 9 de octubre, 2014
La Belloch Teatro se presentaba, antes de empezar la representación en el TCM, como “un teatro pequeño de proporciones pero grande de espíritu”, y lo demostró con un sencillo texto creado por la también directora y actriz Carolina África que nació en una pequeña sala de Madrid pero que, al crecer, obtuvo el Premio Calderón de la Barca 2012 y tres candidaturas a los Max.
Llegó a Murcia un jueves sin hacer ruido, sin grandes nombres ni mucha promoción. Y es una lástima que se registrara media entrada, porque ‘Verano en diciembre’ es ese teatro íntimo que se disfruta y se recuerda después con una sonrisa. Teatro que habla de la vida sin adornos, engaños ni pretensiones.
Desde la butaca nos asomamos a una casa que habitan cuatro generaciones de mujeres de una misma familia. Un poco –ellas mismas bromean– entre ‘Mujercitas’ y ‘La casa de Bernarda Alba’, pero con un toque muy argentino –el texto fue escrito en Buenos Aires y se nota su aire porteño–. Una familia como todas pero única. Con una entrañable abuela (Lola Cordón) que va perdiendo la batalla contra la demencia, una madre (Pilar Manso) que no puede evitar hacer mil reproches a sus hijas pero que solo pide a Dios que sean felices y no sufran y tres hermanas que no tienen nada en común. Bueno, que tienen en común lo mismo que el resto de los mortales, que anhelan y buscan una felicidad que no terminan de saber dónde está. Si en superar los miedos, en aprender a vivir con ellos, en los recuerdos o en soñar con un prometedor verano al otro lado del Atlántico.
Alicia (Carolina África) quiere triunfar como pintora –al menos, vender algún cuadro–. Es la más cuerda, la más real y, con sus ganas de huir, es el contrapunto a la dependencia y la incapacidad de salir al mundo de Paloma (Almudena Mestre), anclada a una niñez a la que le encantaría volver y dominada por miedos de los que intenta librarse a golpe de pastillas contra la ansiedad. El necesario toque de humor –ya saben, para que creamos a veces que estamos viendo una comedia– lo pone Carmen (la murciana Virginia Frutos), la madre de la pequeña Zoe que trata siempre de disfrutar el presente. El papel más vistoso pero también, con ese punto frívolo y un poco de tonta que dice verdades, el más estereotipado, aunque Frutos lo interpreta sin caer en la caricatura.
Personajes que nos presenta la autora y directora en un texto de ritmo a veces irregular, con una primera parte quizá demasiado extensa pero que regala momentos como el trago de cenizas de la abuela –ahí queda claro que esto no será la típica historia ñoña–, su insistencia por comerse las fresas del mantel o esa ternura indescriptible cuando ve a su madre, “viejita y arrugadita”, sonreírle desde el espejo.
Rompe también África la cuarta pared con un acercamiento al público que en una sala pequeña debe funcionar bien, pero que en el TCM quedó un poco forzado, y experimenta –con gran acierto– uniendo a través del texto a las protagonistas cuando están en diferentes lugares. Jugando con la duplicidad de palabras y el paralelismo entre la abuela y la bisnieta y Dios y el fútbol… ¿Influencia argentina también?
Va creciendo la obra, palpándose cada vez más la complicidad entre las actrices, y es fantástico ver y escuchar a las tres hermanas confesando sus secretos, sus miedos y sus anhelos en el sofá. Casi psicoanalizándose –muy argentino todo, ya les digo– e intentando convencer a la pequeña Paloma para que vuele, para que se suba con ellas a ese avión que las llevará hacia el verano y mire adelante, porque “el pasado hay que mirarlo un segundo y por una ventana pequeña”. Ya saben, como si fuera a través de un retrovisor. Hay que seguir siempre caminando… Y probar, disfrutar, elegir, equivocarse, vivir. Aunque todo eso suponga –ella seguro que lo entiende– no coger el teléfono. ¿Preparados para volar?
CRÍTICA PUBLICADA EN ‘LA OPINIÓN DE MURCIA’ EL 12 DE OCTUBRE