Llegan a Murcia dispuestos a hacer magia. “Generar esa suerte de encantamiento, de comunión con el público”, es el principal interés de los integrantes de la compañía uruguaya Pequeño Teatro de Morondanga, que mañana y el viernes presentarán en el Teatro Circo Murcia (20 €) ‘Bienvenido a casa’ –sí, una obra pero dos días de representación–. Un montaje construido en dos ‘episodios’, que “borra la frontera que separa a los actores de los espectadores” y que hace de ello su principal “enganche”, según explica su director y también miembro del reparto, Roberto Suárez.
Uno de los productores, Ignacio Fumero, aclara que, para ellos, el objetivo es “sacar al espectador de su lugar”. Por ello, “la historia es solo una excusa, porque lo verdaderamente interesante es el tránsito, el recorrido…” “…El encuentro y la complicidad del espectador”, añade Suárez, y recuerda que, durante los dos años y medio de investigación y creación de este montaje, visitaron circos, se inspiraron en el cine de David Lynch –”en los estados que genera”– y hasta trabajaron con hipnotizadores.
Ninguno de los dos quiere desvelar demasiado sobre lo que el público murciano se encontrará en el TCM, aunque sí adelantan que esta “tragicomedia llena de humor negro” comienza cuando cuatro personas se juntan en un apartamento con la idea de suicidarse pero sus planes “se desbaratan”. El segundo ‘episodio’ –insiste Fumero– “es secreto, es una sorpresa”, y lo único que dejan contar a los periodistas es que las dos partes “son simultáneas, pero se cuentan desde diferentes espacios”.
Para muchas compañías ya es difícil llevar a los espectadores al teatro un día, pero los integrantes del Pequeño Teatro de Morondanga están muy contentos con la respuesta del público español durante esta pequeña gira que arrancó en el Teatro Valle Inclán de Madrid y que ahora se cierra en Murcia. “El primer día, la gente llega expectante y el segundo, mucho más, porque no se imagina cómo puede continuar la historia”, cuenta el director. Y Fumero confirma por su parte que el espectáculo “ha funcionado muy bien… El público vuelve, de verdad –ríe– y está encantado de charlar de nuevo y mirar a los ojos a quien tenía al lado el primer día. La relación que se empieza a tejer entre el propio público y con nosotros es muy fuerte y es un placer vivirla”.
Esa casi mágica relación se consigue en el teatro, además de por el trabajo de los ocho actores, por el reducido aforo del espectáculo, ya que solo 120 personas podrán disfrutar desde el mismo escenario de este ‘experimento’ a través del que reírse de sus propias miserias. Un espectáculo que “sería imposible hacer para mil personas –advierte Suárez– porque tenemos que poder mirar a todo el mundo a los ojos”… para hipnotizarlo.