‘EMILIA’
- Texto y dirección: Claudio Tolcachir
- Reparto: Gloria Muñoz, Malena Alterio, Alfonso Lara, Daniel Grao y David Castillo
- Diseño de iluminación: Juan Gómez Cornejo
- Diseño escenografía: Elisa Sanz (a partir de una idea de Gonzalo Córdoba)
- Diseño Vestuario: Elisa Sanz
- Lugar: Teatro Circo Murcia
- Fecha: Sábado, 23 de noviembre
“Cobraba un sueldo por cuidarme, no por quererme… Lo de querer, pasa o no.” A Walter, que creció con el amor de su niñera Emilia en una casa llena de silencio, le gustaría tener una mujer feliz, que baile por la casa y se arregle; esa sería su felicidad. Gabriel se quiere desprender de esa culpabilidad, esa sensación de haberlo podido evitar, y solo piensa en que hubiera sido feliz calentándole los pies cada noche. Leo le pide a su madre que se calle para no estropear lo que tienen, esa felicidad de cartón piedra que suena a lluvia metálica que sale del xilófono y de la que, sin embargo –será porque no es feliz–, quiere escapar aunque sea un rato para ir a comprar helado. Carolina tiene la mirada triste, distante; sabe que eso no es la felicidad. Lo ha intentado, pero ya saben, pasa o no… Y Emilia solo conoce la felicidad a través del cuidado a los demás, a su ‘Chalito’, su meón ‘sinsustancia’. Ella sí ama de verdad, y no le importa que ese amor le prive incluso de libertad.
Walter, Carolina y Leo quieren querer, quieren que les quieran. Los tres han construido su familia perfecta desde la imperfecta mentira, desde la necesidad. Y eso no es amor. No es felicidad. Alfonso Lara, Malena Alterio –cada vez me gusta más esta actriz– y David Castillo dan vida a estos tullidos emocionales a las órdenes del argentino Claudio Tolcachir, que ha construido en ‘Emilia’ una potente historia sobre la principal necesidad del ser humano. Una historia que se narra desde dos tiempos y dos lugares –un simple cambio de iluminación basta, ¿para qué más?– pero desde un mismo espacio escénico, sencillo y maravilloso, que sirve a los actores, siempre presentes, para ejecutar su perfecta ‘coreografía’. Una historia que completan Gabriel –padre biológico de Leo con aire de Peter Pan–, a quien pone emocionada voz Daniel Grao, y, sobre todo, sobre todos, Emilia, fantástica y conmovedora Gloria Muñoz.
Un reparto notable –aunque a Castillo le faltan aún armas para defender y hacer creíble en ocasiones un personaje tan complejo– que pone en pie una obra que gana conforme pasan las horas, que crece en la memoria. Porque, y no me pregunten la razón –lo sé, debería saber explicarlo… pero las cosas en el teatro también pasan o no, se sienten o no–, al finalizar la obra uno se queda un poco frío. Quizá el desenlace, que el espectador va intuyendo y construyendo, intentando juntar piezas del puzzle, sea demasiado rápido; o el monólogo final de Emilia poco potente en comparación con otros fragmentos del texto… No sé qué, pero faltó ese ‘algo’ para lograr el cierre perfecto de una obra que conmueve porque todos necesitamos querer y que nos quieran. Y no, no sirve inventárselo.
– “Me voy, no te aguanto más”
– “¿Ya no me quieres?”
– “Nunca te he querido”
– “¿Nunca?”
– “Lo sabes…”
– “Yo creí que con el tiempo…”
Porque lo de querer… Pasa o no.
Crítica publicada en ‘La Opinión de Murcia’