‘CAPERUCITA’
- Producción: Centro Escénico Pupaclown
- Versión y dirección: Juan Pedro Romera
- Actores: Pepa Vinader, Carlos Tomás y Alicia Bernal
- Lugar: Centro Escénico Pupaclown, Murcia
- Fecha: Viernes, 27 de diciembre
“¡Teatro, teatro!”. Una niña canta y aplaude mientras espera nerviosa que comience la obra. Está junto a su madre en asientos de colores y es una voz infantil la que avisa por megafonía –a los señores y señoras, pero también a los niños y niñas y hasta a perros y gatos, no vaya a ser…– de que faltan unos minutos para que Caperucita salga a escena.
La clásica historia es la última producción del Centro Escénico Pupaclown, el lugar “donde viven los cuentos”. Los Payasos de Hospital llevan casi 20 años trabajando con niños y los conocen bien. Saben cómo seducirlos, atraparlos, divertirlos. En esta ‘Caperucita’, recomendada a partir de 3 años, los diálogos han desaparecido casi por completo, y el espectáculo se basa en el trabajo gestual de los actores-bailarines, en la música y las proyecciones sobre las telas que componen la sencilla escenografía. Un atractivo mundo onírico que emboba a pequeños y grandes. La pequeña pasea por el bosque, juega junto a un lago, se encuentra con ranas y gallinas… Hasta que aparece el temido lobo feroz. A ritmo de rap se presenta, pero no logra ganarse del todo a los niños. “¡Caperucita!, ¡Caperucita!, ¡el lobo!”, gritan algunos cuando aparece en escena. Y hasta quien le esperaba impaciente –”¿es ese el lobo?, ¿es ese el lobo?”– enmudece ante el peludo personaje azul.
A pesar de ser uno de los cuentos más famosos, ‘Caperucita’ es una historia difícil de poner en escena. Si se analiza fríamente, queda patente su crueldad. El lobo se come a la abuelita, a Caperucita y luego llega un cazador que le raja la barriga… ¡Casi nada! En este caso, Juan Pedro Romera, responsable de la versión y la dirección, ha optado por darle al final de la historia un toque divertido y desmesurado, similar a un dibujo animado, muy acertado. Después de zamparse –sutilmente– a abuela y nieta, el lobo se va a dormir a su habitación, y la acción se convierte en un juego de sombras. Un cazador, unas tijeras gigantes, luego un par de puntadas… ¡Listo! Y el malvado lobo recibe su castigo mientras Caperucita y su abuelita celebran su reencuentro bailando por el escenario.
Entre palmas se despiden del público los tres actores, después de 45 minutos –una duración perfecta para que no se desesperen los pequeños ni los adultos– de juego y diversión. De esa magia que hace que los protagonistas de los cuentos cobren vida y, lo más importante, que seduce a los futuros aficionados al teatro. “Y colorín colorado… Game Over”. Hasta la próxima obra y la próxima espera impaciente en los asientos de colores.
Publicado en ‘La Opinión de Murcia’
Magnífica entrada, gracias por tus comentarios, no es fácil encontrar gente con sensibilidad para este menester. Nunca hay críticas en los medios de los espectáculos infantiles y eso será por…pensemos que no es por desprecio o por tratarlo como un arte menor.