‘EL NOMBRE DE LA ROSA’
- Producción: Ados Teatroa, Tres Tristes Tigres, La Nave Producciones y Al Revés Producciones
- Dirección: Garbi Losada
- Adaptación: Garbi Losada y José Antonio Vitoria
- Reparto: Juan Fernández, Juan José Ballesta, Pedro A. Penco, David Gutiérrez, Cipri Lodosa, Jorge Mazo, Koldo Losada, José Mª Asín, Miguel Munárriz, Javier Merino, César Novalgos e Inma Pedrosa
- Diseño de iluminación: Xabi Lozano
- Música: Javier Asín
- Lugar: Teatro Romea, Murcia
- Fecha: Sábado, 18 de enero
El sábado estuve en una abadía benedictina del siglo XIV. Lo juro. ¿Estuvieron ustedes también? ¿Respiraron el incienso? ¿Subieron a la torre? ¿Husmearon en la biblioteca? A quienes seguro que sí vieron, si acudieron al Romea, es a todos los habitantes de la abadía ideada por Umberto Eco en 1980 para su novela ‘El nombre de la rosa’.
Tras años de esfuerzos por lograr los derechos para representar el texto, los actores de cuatro compañías –unos valientes, vamos– unieron fuerzas para poner en marcha un ambicioso proyecto que lleva meses cosechando éxitos y cerrando bocas. Porque hay quien está convencido de que la gente está dejando de ir al teatro, que no quiere gastar y que solo abandonará su sofá para reír con un monólogo o ver una pequeña comedia que le ayude a olvidar las penas de la crisis. Así que ver lleno el Romea y a doce actores moviéndose en una de las escenografías más hermosas que recuerdo, ver una obra de teatro grande, magna, mimada hasta el detalle, es algo que se agradece –¡y mucho!–, independientemente del sabor final que deje el espectáculo.
A mí, esta primera adaptación teatral de ‘El nombre de la rosa’ no me entusiasmó, pero antes de nada he de decir –yo confieso…– que el libro de Eco y la película que protagonizó Sean Connery tampoco lo hicieron. Es un gran texto, sí, pero a mí –¡ay!, ¡lo siento!– siempre me ha resultado un poco tedioso.
Los actores comentaban antes de la representación que la trama policiaca, los asesinatos que se suceden por la posesión de un misterioso libro, es casi una excusa para hablar de temas más profundos como la pobreza de la iglesia –eterno debate–, la inaccesibilidad al conocimiento o esa dañina creencia de que “la ley se impone a través del miedo”, pero la investigación ocupa prácticamente la totalidad de la obra. Menos mal que en casi todas las escenas aparecen unos secundarios que pronto dejan de serlo.
Juan Fernández y Juan José Ballesta –los protagonistas Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, cuya pasión por la mendiga queda desdibujada– realizan un trabajo correcto, pero quienes destacan son los monjes de la abadía. Mención especial merecen Koldo Losada, Cipri Lodosa y Javier Merino, que se transforman –eso es más que interpretar– en el esperpéntico Salvatore, el oscuro y muñidor Jorge de Burgos y el inquietante y sucio Berengario.
Y junto al gran elenco, una fantástica escenografía ideada por los encargados de la adaptación, José Antonio Vitoria y Garbi Losada, también directora de la obra. Un gran libro –el libro– preside abierto la primera escena, pero los módulos que lo forman se van después moviendo de mil maneras, creando diferentes espacios de un modo inteligente, sencillo y hermoso. El problema del laberinto en que se convierte la biblioteca está muy bien resuelto y el incendio es una hipnótica escena que cierra un montaje que demuestra que, cuando hay talento, ambición y trabajo, los teatros se llenan. Aunque nadie ría.
Publicado en ‘La Opinión de Murcia’
Excelente post !!!
Un beso de esos… muy teatrales, Bravo, guapa!