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El palco de Julieta

Ternura shakesperiana del siglo XXI (crítica de ‘La Ternura’)

Publicada en 25 octubre, 2017 de Julia Albaladejo

     LA TERNURA

  • PRODUCCIÓN: Teatro de la Ciudad y Teatro de La Abadía
  • TEXTO Y DIRECCIÓN: Alfredo Sanzol
  • ESPACIO ESCÉNICO Y VESTUARIO: Alejandro Andújar
  • ILUMINACIÓN: Pedro Yagüe
  • MÚSICA: Fernando Velázquez
  • INTÉRPRETES: Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón
  • LUGAR: Teatro Circo Murcia
  • FECHA: Viernes, 20 de octubre
Los actores de 'La Ternura', sobre el escenario // FOTO: Luis Castilla_elNorte (www.teatrodelaciudad.es)

Los actores de ‘La Ternura’, sobre el escenario // FOTO: Luis Castilla_elNorte (www.teatrodelaciudad.es)

La ternura llega cuando se ha sobrevivido a ‘la tempestad’. Aparece cuando se deja de pensar que todo eso del amor es ‘mucho ruido y pocas nueces’, cuando la ‘medida por medida’ huye de la venganza en busca del equilibrio y, sin saber cómo ni por qué, cada día parece la mañana siguiente a la ‘noche de reyes’. Mirando más allá del aspecto y los ropajes de ‘los dos hidalgos de Verona’ y del dinero y condición social de ‘las alegres comadres de Windsor’, llega cuando ‘la comedia de los errores’ deja paso a un ‘cuento de invierno’ y uno siente que ni ‘el mercader de Venecia’ podría poner precio a eso que causa el desvelo en mitad del ‘sueño de una noche de verano’.

‘Requiebro’ –por su capacidad de quebrar rocas, ¡nada de referencias amorosas!– es el nombre del volcán que corona la isla a la que el dramaturgo y director Alfredo Sanzol transporta al espectador en ‘La Ternura’, una deliciosa comedia con aire shakesperiano fruto del trabajo realizado en el Teatro de la Ciudad. Partiendo de las obras del genial dramaturgo, realizó un largo proceso de investigación y creación que se palpa tras este divertidísimo montaje que habla de la sempiterna ‘guerra’ entre hombres y mujeres. Una obra que retrata el dolor y el miedo que, cuando no se afronta, se convierte en odio y rencor, pero que también muestra la otra cara, la del amor del que no se puede escapar y la ternura que pide a gritos volver a ver la luz.

La reina Esmeralda y las princesas Rubí y Salmón llegan a esta hermosa isla huyendo de los hombres y de los matrimonios concertados. Soñando con una república de mujeres, deben sin embargo vestirse de hombres al descubrir a un padre que, huyendo de las mujeres y de los desengaños, decidió embarcarse hacia la soledad y la misoginia con sus dos hijos, el leñador Verde Mar y el leñador Azul Cielo, quien nunca ha visto a una mujer y ha llegado hasta sus 24 años pensando –criatura– en sus alas de murciélago y su piel de sapo.

Con la guardia baja y olvidando los prejuicios, la relación entre los ‘hombres’ de la isla comienza a estrecharse –¡ay!, la naturaleza– y la confusión llega cuando el joven leñador, tan grande como inocente, expresa su “alegre simpatía” por el alférez. Su hermano tampoco sabe por qué no puede dejar de mirar al sargento y pronto, el debate entre cabeza y corazón, entre correr y quedarse quietos, les atrapa sin ser siquiera conscientes de quién se esconde tras las barbas y los bigotes del mismo modo que ellas, a pesar de sus recelos, caen rendidas ante el convencimiento de que ‘él no es como los demás’.

Lleva ‘La ternura’ una pizca de esta comedia, una pequeña inspiración de aquella, un encantamiento robado a la otra, un juego de equívocos e identidades ocultas de la de más allá… Poco a poco va armando Sanzol este texto en el que se reconocen mil y una inspiraciones, que posee la esencia de Shakespeare y que, sin parodiar ni traicionar, da un paso más hacia el disparate, despertando la risa y más de una carcajada gracias a sus protagonistas –fantásticos actores los seis– y a un desnudo planteamiento escénico que apuesta por el juego y la imaginación. Con ingenio e inteligencia conquista ‘La Ternura’, del mismo modo que terminan conquistados los cuatro jóvenes. Enamorados y salvados de sus descreídos padres por los efluvios de ‘Requiebro’, que afortunadamente tiene más poderes –y acepciones– que quebrar rocas y que deja paso al mejor deseo: “¡Que vuestros días tengan siempre la compañía de la ternura!”

 

Crítica publicada en el periódico ‘La Opinión de Murcia’ el 24 de octubre de 2017

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Publicado en: Crítica, Teatro Circo de Murcia (TCM) | Etiquetas: Alfredo Sanzol, crítica, La Ternura, teatro, Teatro Circo Murcia, Teatro de La Abadía, Teatro de la Ciudad |
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