LOS CACIQUES
- TEXTO: Carlos Arniches
- VERSIÓN: César Oliva
- DIRECTOR: Antonio Saura
- INTÉRPRETES: Julio Navarro, Alberto García Tormo, Esperanza Clares, Manuel Llamas, Lola Martínez, Pedro Santomera, Nadia Clavel, Luis Martínez Arasa y Manuel de Reyes
- LUGAR: Teatro Romea, Murcia
- FECHA: Sábado, 25 de noviembre
Clama al cielo don Acisclo, alcalde de Villalgancio –pueblo de la España profunda, de ayer, de hoy y me temo que de mañana–, por no tenerle en cuenta su antigüedad en el trabajo. ¡Hombre! Que llevar 32 años haciendo lo que a uno le da la gana no lo logra cualquiera… aunque lamentablemente sí más de uno… y no solo hace un siglo, cuando Carlos Arniches escribió ‘Los caciques’.
La compañía murciana Alquibla regresa a la esencia del teatro español con este montaje divertido que cuenta con una buena versión de César Oliva que a la mayoría de los prejuiciosos convencerá. Modernizando el lenguaje, cambiando con acierto algo de aquí y de allá y eliminando lo superfluo y todo aquello que pudiera resultar pasado o rancio, ‘Los Caciques’ consigue por momentos un aire berlanguiano. Lo logra también gracias al reparto coral que encaja el director, Antonio Saura, y a un magnífico Manuel Llamas que, con gran naturalidad y buen hacer, convence con su interpretación del despreciable don Acisclo que –lo siento mucho, Manuel– me recordó en alguna ocasión al mucho más actual y real –sí, lo fue…– Jesús Gil.
‘Los Caciques’ fue escrita en 1920, la ambienta Oliva unos años después y sigue vigente, aunque algunas escenas, como el acoso a base de pellizcos y los pantalones por la rodilla del alcalde, recuerdan más a la España de Ozores y las suecas que al machismo y abuso de poder que sigue existiendo. Sin embargo, el aire corrupto, soberbio, déspota, despreciativo y chulesco del protagonista –esta España mía, esta España nuestra– no resulta tan ajeno. Muchos poderosos, ya sean políticos, empresarios o presidentes de la comunidad de vecinos, perdían con facilidad la cabeza… y siguen sin encontrarla.
Retratan Arniches, Oliva y Saura el caciquismo a través de esta tragicomedia grotesca, llena de sátira y crítica, que en ocasiones despista mezclándose con la comedia de enredo. Porque en Villalgancio esperan a unos inspectores que revisarán las cuentas con las que en el Ayuntamiento prefieren hacer una hoguera, pero quienes llegan son Pepe Ojeda –maduro galán experto en vivir sin trabajo– y su sobrino Alfredo a la caza de la joven sobrina del alcalde… y su fortuna.
Julio Navarro ya sabemos que no tiene problemas con los papeles donjuanescos, aunque, quizá por lo novedoso, mejora cuando sale del cliché y saca el humor y la sátira de su personaje. Alberto García Tormo y sobre todo Nadia Clavel, Alfredo y su enamorada Cristina, aportan por su parte frescura a este montaje.
En el reparto coral, destacan los personajes secundarios más caricaturescos, con divertidos momentos a lo largo de esta obra que cuenta con una escenografía diseñada por Fernando Caride y realizada por CartonLab. Una idea original, sencilla y efectiva pero que no termina del todo de encajar –¿demasiados cambios?–
Entre los momentos que merecen ser destacados, está sin duda el pasodoble –¡que no nos falte una verbena!–, donde los actores, sin pronunciar palabra, desvelan su personalidad, sus intenciones y sus ambiciones con los divertidos intercambios de pareja. Una escena bien dirigida e interpretada con precisión que llena el escenario y hace reír e incluso olvidar por un momento los sobornos, las tretas y tejemanejes, los engaños y el caciquismo de este alcalde que, al menos en este caso, podemos soñar con que el cielo no le escuchó.
Crítica publicada en el periódico ‘La Opinión de Murcia’ el 28 de noviembre de 2017