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El palco de Julieta

Tags: FESTIVAL ESSENCIA

Tú, el que ríe, ¿no sabes que es el fin del mundo?

Publicada en 15 julio, 2023 de Julia Albaladejo

Melodía dulce, agradable. Voz calmada, armónica. “¿Por qué el sol sigue brillando? ¿Por qué el mar va a la orilla? ¿No saben que es el fin del mundo?” Skeeter Davis aparece en pantalla, en la piedra-pantalla, cantando ‘The End of the World’. Canta a un desengaño, pero da igual. No hay mejor aviso de lo que nos espera a continuación. Reiremos, nos divertiremos y emocionaremos, pero no nos libraremos de escuchar incluso lo que no queremos ni de enfrentarnos al miedo desde la butaca. Miedo a si vendrá o no. Si será tan horrible y habrá sufrimiento. Miedo a ese colapso que nos despierta todo tipo de sentimientos… por supuesto encontrados.

Quiero colapsar - IX Essencia 1Como una “tragicomedia ecosocial” define La Rueda Teatro Social su último espectáculo, ‘Quiero colapsar a tu lado’, que se estrenó el viernes en la Sala Cuarta Pared dentro del Festival Essencia. Una pieza que explora lo que nos espera dentro de 30 años y que está basada en entrevistas a diferentes expertos y ecologistas, talleres de creación con ciudadanía y el trabajo introspectivo de los tres interpretes. Una obra, explican desde la compañía, que “busca el equilibrio entre el teatro documento y la autoficción, la utopía y la distopía, la reflexión, la acción, la emoción… y la poesía”.

Poco a poco iremos así decidiendo si formamos parte de ese más de 80 por ciento de la población que sabe que lo hemos hecho –y lo seguimos haciendo– fatal pero que, como ya no hay marcha atrás, se queda en el sofá. Si somos de los que no se resignan, de los que se enfadan y luchan porque saben que el mundo se va a la mierda. Si somos de los que confían en que no será tan grave y que algo inventará la ciencia para que nuestra vida no sea tan distinta. O si somos de los que huyen, convertidos en negacionistas por puro miedo, no queriendo saber, prefiriendo no imaginar. Y que al final desconectan. Pasan.

A través de las propias voces y los cuerpos y gestos de los intérpretes (fantásticos en escena Sandra Arpa, Fernando Gallego y Laura Presa Fox), escuchamos testimonios de expertos y conocemos realidades desconocidas, incómodas, ignoradas… Que hay estudios que indican que solo se recicla el 20% del plástico que enviamos al contenedor amarillo. Que los países asiáticos reciben toneladas de nuestra mierda, convirtiéndose poco a poco en el gran vertedero del mundo. Que ingerimos en microplásticos el equivalente a una tarjeta de crédito a la semana. Que la desertificación avanza y nuestra tierra se seca. Que no llueve, la temperatura aumenta y los bosques se queman. Y que, en medio de todo eso, también está nuestra soledad, nuestra culpabilidad, nuestro temor a decir lo que pensamos y que no nos quieran. El miedo a no ser felices. Nuestro propio dolor…

Imaginamos ese 2053 al que nos invitan a viajar y en el que, quizás, las ciudades estén deshabitadas y las islas, ya engullidas por el mar, solo sean habitables en la imaginación de los niños. Un 2053 lleno únicamente de acelgas que comer, en el que haya gorriones que hablen e incluso cocinen –no, yo aún no he llegado a batir los huevos como lo hacía mi madre– y al que cada uno puede libremente, si la ansiedad se lo permite, añadir sus propios temores, irracionales o no.

Pero no se asusten. Que este no es un espectáculo panfletario ni agresivo. Harán palmas y cantarán incluso que “ayyyy, no hay que llorar, que la vida es un carnaval…”. Y la poesía –siempre imprescindible, siempre demoledora– también asoma cuando Laura mete sus brazos en la tierra mientras habla del dolor; en el hermoso monólogo de Sandra –¿Y si ya no estoy? ¿Y si ya no estás?–, o en la música que nos envuelve mientras el fuego hipnotiza.

Reirán en muchos momentos, atrapados por el ritmo ágil de esta obra que dirige Rakel Camacho (Premio José Luis Alonso 2020 para jóvenes directores), que cuestiona el futuro y que también mira hacia atrás. Porque hay cosas que no cambian: “la fragilidad de ser humano, lo absurdo de la existencia, la necesidad de compañía”. Y así, viajamos a 2053… y a 1518. Y conocemos a Frau Troffea. Y bailamos –aunque solo sea con el pie–, participando desde la butaca en la brutal catarsis que se vive en escena. Porque si al final viene, si resulta que estamos esperando y sí que viene –¡ay!–, mejor colapsar a tu lado.

Quiero colapsar - IX Essencia 7

 


 

QUIERO COLAPSAR A TU LADO / La Rueda Teatro Social

Sala Teatro Cuarta Pared _ 14/07/23

Dirección de escena: Rakel Camacho
Idea original y dramaturgia: Fernando Gallego, Sandra Arpa, Laura Presa Fox
Intérpretes: Sandra Arpa, Fernando Gallego, Laura Presa Fox
Diseño de escenografía y vestuario: Vanessa Actif
Videoescena: Davitxun Martínez
Músico compositor y espacio sonoro: Enrique Vaz Oliver
Iluminador: Carlos Marcos.
Una producción de: Compañía Nueveuno y La Rueda Teatro Social

Publicado en: Artes Escénicas, Crítica, Madrid, Teatro | Etiquetas: CERTAMEN DE CRÍTICA ESCÉNICA, FESTIVAL ESSENCIA, LA RUEDA, Madrid, QUIERO COLAPSAR A TU LADO, Sala Cuarta Pared, teatro, TEATRO SOCIAL |

Ovejas somos (crítica de ‘Oveja perdida…’)

Publicada en 10 julio, 2023 de Julia Albaladejo

Oveja perdida - XI Festival ESSENCIA 1

Ovejas perdidas, que no descarriadas. Formando parte del rebaño, sin salir del camino marcado. Sin balar demasiado fuerte. Solo lo justo… Conectados 24 horas en trabajos de horarios flexibles. Atrapados en la inmediatez, sin pensar tanto —“¡ya, ya, ya!”—. Asomados a la ventana de una casa en llamas, buscando una mirada cómplice o, al menos, una escapada a Soria. A comer torreznos. Poniendo buena cara a compañeros mediocres. Soportando a compañeros soberbios. Viviendo a través del teléfono del trabajo y del teléfono de la vida. Habitando espacios diluidos. Viviendo relaciones diluidas. Sobreviviendo.

“Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no solo tu pastor soy, sino tu pasto también”. Es este el inicio de un poema de Góngora, poeta de estética barroca, representante del culteranismo y autor de obras llenas de metáforas y referencias. Y es también el título de una pieza teatral del argentino Brai Kobla, ganadora del Premio a Mejor Dramaturgia por la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires. La obra llegó el domingo a la Sala Cuarta Pared, dentro del Festival Essencia; un certamen que, en su novena edición, se centra en “ese teatro que pide ser vivido sin distancia, ese teatro donde el público es protagonista”. Espectáculos llenos también de referencias y en los que las fronteras de desdibujan y desaparecen… como esas paredes inexistentes que rodean la oficina, el espacio que ocupan los cuatro protagonistas de este montaje y en torno al que el público puede moverse libremente. Acercarse. Alejarse. Ver uno u otro ángulo, una u otra perspectiva. Va cambiando así una narración que juega constantemente con las repeticiones, que sorprenden por momentos al espectador al incluir ligeras o notables variaciones. Y que cambia también a través de esa mirada diferente del público.

Marcan los cuatro intérpretes desde el inicio, con la metafórica partida de ping-pong, un ritmo trepidante. De frases que van y vienen. Que se lanzan, que rebotan, que golpean. Sumergiendo al espectador en un divertido juego con la palabra, con la teatralidad, con el espacio. Un simulacro de una vida que es quizá la nuestra. Realidades dentro de otras realidades que, en escena, y además de proponer una experiencia diferente, buscan quizá “despertar el pensamiento, que caigan fichitas”. Así lo explicaban al finalizar el espectáculo los actores —Marina Fantini, Jorge Tesone, Luis Sorolla y Esther Sanz—, artífices de cuatro notables interpretaciones que, lejos de aislarse en su habitación imaginaria, buscan la mirada cómplice del espectador.

El estallido de la pandemia hizo que Brai Kobla, en ese momento inmerso en otro montaje teatral, se quedara ‘encerrado’ en España, en casa de Jorge Tesone. Jorge había ya quedado también atrapado por este montaje en Argentina, enamorado del texto y de la puesta en escena a pesar del “quilombo” con el que salió en la cabeza tras verla. Y en esos meses en los que el teatro se convirtió en necesidad y anhelo —para quienes subían al escenario y para quienes se sentaban en la butaca—, tomaron la decisión de replicar el montaje en España con un nuevo elenco.

Con esta renovada y acertada puesta en escena de ‘Oveja perdida’, inspirada en los planteamientos de Franco ‘Bifo’ Berardi sobre la fractalización de la experiencia y del tiempo, continúan así por espacios más o menos convencionales hablando de una realidad llena de repeticiones, de círculos que nos esforzamos por romper… o no. De un día a día que nos devora, que no nos deja pensar tanto —“¡ya, ya, ya!”—, que no nos deja pensar —“¡ya, ya, ya!”—. O peor aún, que convierte nuestro pensamiento único en el mismo del rebaño… Hasta que algo estalla, quizá más fuerte de lo previsto, y las cajas vacías de Pringles se esparcen en la mesa de esparcimiento de ping-pong. Pero no, demasiado violento, demasiada intensidad. Mejor repetir la toma y, mientras, dedicar un rato a Instagram y jugar otra partida de ping-pong. 1 – 0

 


 

OVEJA PERDIDA, VEN SOBRE MIS HOMBROS, QUE HOY NO SOLO TU PASTOR SOY, SINO TU PASTO TAMBIÉN / Chamán Producciones

Sala Teatro Cuarta Pared _ 09/07/23

  • Autoría y dirección: Brai Kobla
  • Ayte. de dirección: Denisse Van der Ploeg
  • Elenco: Marina Fantini, Jorge Tesone, Luis Sorolla, Esther Sanz
Publicado en: Artes Escénicas, Crítica, Madrid, Sin categoría, Teatro | Etiquetas: CERTAMEN DE CRÍTICA ESCÉNICA, CHAMÁN PRODICCIONES, FESTIVAL ESSENCIA, Madrid, OVEJA PERDIDA, Sala Cuarta Pared, teatro |

Piel de gallina (crítica de ‘La casa vacía’)

Publicada en 8 julio, 2023 de Julia Albaladejo

La casa vacía - IX Festival Essencia 1

 

Elisa rompe el silencio de dos años. Se coloca delante de la cámara dispuesta a enseñar su cicatriz… esa que antes fue “zarpazo y sangre”. “Contar su historia es curar la enfermedad de su ausencia”, dice, y está dispuesta a ajustar cuentas con la memoria.

A través de Elisa, nos acercamos en ‘La casa vacía’ a la historia de Lidia. Una artista que, en esta pieza de danza-teatro documental, son muchas artistas. La compañía vasca Proyecto Larrua, tras un intenso trabajo de documentación y creación, traza una línea borrosa entre ficción y realidad en este montaje que llega a la Sala Cuarta Pared dentro del Festival Essencia. Y regala precisamente eso, esencia… “Aquello que constituye la naturaleza de las cosas” apunta la RAE que es la esencia. Y en escena está el amor y el dolor, el vacío, el recuerdo, la ansiedad por querer ser, el anhelo de dejar huella… y la emoción, que recuerda Elisa que es lo único que resiste al olvido. Todo lo que constituye nuestra naturaleza, no solo la de Elisa y la de Lidia.

LCVpromo-1448x2048Arranca el montaje con un precioso texto que nos descubre la fragilidad de Elisa, la asistente y la compañera sentimental de Lidia. Su admiradora cuando se conocieron. Su cuidadora al final, cuando el cuerpo de la artista iba desapareciendo –“me siento poco”–   y trataba de dar forma a su última creación: una instalación sin objetos, una ‘casa vacía’ donde sucede toda la acción en escena y en la que se ha convertido también Elisa, engullida por la ausencia. Revivimos con ella esa contradicción entre la necesidad de callar, de guardar los recuerdos para que sigan siendo nuestros, solo nuestros, y la necesidad de contar, de volver a vivirlos a través de la palabra y de la escucha del otro.

La dificultad de sobrevivir en el mundo del arte siendo “una mujer, lesbiana y con enemigos”. La reflexión sobre un arte que no debe agradar, sino impactar, hacer preguntas, causar vértigo. Poner la piel de gallina. La locura creadora y las crisis, cuando parece que no hay nada que contar. La necesidad, no solo de los artistas, de trascender. Todo ello se mezcla también en esta cuidada pieza que equilibra con destreza palabra y danza. En la que los bailarines hablan y la actriz baila. En la que los cuerpos construyen en escena piezas de arte llenas de referencias. En la que los desnudos –delicados, pertinentes, elegantes– emocionan.

Con este montaje ha armado la compañía vasca “un collage de vida, imágenes y recuerdos”. Y en esa sucesión de escenas hay variaciones de ritmo, que baja inevitablemente en ocasiones. Hay escenas en las que la emoción es protagonista y otras de disfrute quizá pensadas para dejar respirar al espectador, pero en las que, a pesar de la diversión, de la plasticidad, del juego que también es la danza, uno echa de menos ese pellizco que reaparece en un hermoso final. Un cierre perfecto que es mucho mejor descubrir en directo, pero del que, discúlpenme, es imposible no hablar.

Elisa –fantástica Begoña Martín– confiesa que tiene las manos cada vez más frías y que ya no siente mucho. Habla, baila, se desnuda físicamente también. Y da las gracias por poder contar su historia, quizá invadida ahora por ese miedo al olvido. A olvidar, olvidarla y olvidarse. Da las gracias antes precisamente de abandonar su segundo plano vivido junto a la creadora y convertirse en protagonista eterna, en arte, en emoción. En eso que sí se graba en la memoria… Piel de gallina.

 


 

LA CASA VACÍA / Proyecto Larrua
Sala Teatro Cuarta Pared _ 07/07/23

Coreografía: Jordi Vilaseca
Intérpretes: Begoña Martín, Ingrid Magrinyà, Maddi Ruiz de Loizaga, Ainhoa Usandizaga, Aritz López
Textos: Pedro Casas
Dramaturgia: Jordi Vilaseca & Pedro Casas
Diseño de iluminación: David Alcorta
Escenografía: Enric Planas
Espacio sonoro: Luis Miguel Cobo
Vestuario: Xabier Mujika
Coproducida por: Gobierno Vasco, Red de Teatros de Vitoria Gasteiz, Dansa Metropòlitana, Proyecto Larrua y La Faktoria.

 

 

Publicado en: Crítica, Danza, Madrid, Teatro | Etiquetas: danza, FESTIVAL ESSENCIA, LA CASA VACÍA, Madrid, PROYECTO LARRUA, Sala Cuarta Pared, teatro |

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