Pertenece “a la generación Aladín” y por ello confiesa Naím Thomas haber “buscado debajo de las piedras una lámpara con genio para frotarla”. Estuvo tentado de sacudir “hasta los tambores de Dixan” y, ahora, este cantante y actor que ya ha pasado la treintena se pone el fez y se quita la espina de su niñez pisando los escenarios convertido en ese embaucador ladronzuelo al que ‘le salva’ su “espíritu de Robin Hood… Porque roba, pero lo hace para comer”. Un personaje que, “aunque no parece haber nacido para tener un gran destino, consigue lo que quiere a base de ilusión y de esfuerzo”.