Si existe una ‘generación ni-ni’ –la de esos jóvenes que ‘ni estudian ni trabajan’–, Juan Pedro Campoy está también convencido de que existe la ‘in-in’. “Treintaneros insatisfechos e infelices” que descubren, a veces a golpes, que la vida no es lo que les habían contando. A esta generación es a la que pertenecen los protagonistas del último montaje de La Ruta Teatro, ‘La vida resuelta’, una comedia que se estrenó el pasado verano en el Festival de Teatro de San Javier y que mañana llega al Teatro Circo Murcia (15, 12 y 10 €).
Cuenta el director que ‘La vida resuelta’ es su proyecto “más personal”. “Hasta ahora leía un texto y pensaba que quería contar esa historia, pero aquí el procedimiento fue al revés; pensé qué historia quería contar y le transmití la idea a los escritores”, recuerda. Y qué mejor que mirar alrededor para inspirarse.
‘La vida resuelta’ nace de “historias cercanas”, de las vidas de treintañeros que, como treintañero que es –aunque confiesa que le queda poco–, conoce bien. “Los protagonistas son personajes que viven un momento de insatisfacción al que han llegado por sus propias decisiones. No pueden echarle la culpa a nadie”, explica Campoy, quien asegura sentirse “muy identificado” con ellos. “Pensábamos que en la treintena ya tendríamos la vida resuelta, pero eso se ha convertido en una utopía, y de pronto te das cuenta de que hay muchas cosas que no son como te las habían contado… A mí, por ejemplo, nadie me dijo que iba a costar tanto pagar una hipoteca, que iba a ser tan difícil, no ya llegar a fin de mes, sino empezarlo”, añade, y sonríe al recordarse, con 18 años, pensando que, como tenía novia, “ya tenía un trocito conseguido” de esa vida ideal que le ‘vendieron’ y que ahora no está seguro de querer. “Me cuesta encontrar una mujer… Cómo voy a pensar en tener hijos”, dice riendo.
Guionistas de ’7 vidas’ y ‘Aída’
Las historias de los treintañeros que se subirán mañana al TCM las han creado David Sánchez Olivas y Marta Sánchez, guionistas de series como ’7 vidas’ y ‘Aída’, y por ello en esta obra se aprecia “una mezcla de géneros” –el televisivo y el teatral– que Campoy cree que es “muy enriquecedora”. “Las mezclas son buenas. En una realidad en la que, cada vez más, consumimos historias en Vimeo o Youtube, historias breves y con un ritmo frenético, el teatro se convierte en algo aburrido. Es cierto que tiene el aliciente de que es algo vivo, pero no deja de ser una hora y media de plano fijo”, recuerda. Y para él, el reto como director pasa por “encontrar fórmulas nuevas para contar las historias con más agilidad”.
Tampoco tiene Campoy reparos –y no entiende a quien se rasga las vestiduras por ello– en contar con intérpretes conocidos por sus apariciones televisivas para sus montajes teatrales. La estrategia le funcionó en su anterior obra, ‘Perversiones sexuales en Chicago’, y, de hecho, repite con tres de los actores: Cristina Alcázar, que en este caso participa también en la producción, Javier Mora y Adriana Torrebejano. Laura Domínguez y el murciano Carlos Santos completan el reparto.
“Ahora mismo se quiere todo, se pide un texto interesante y un reparto atractivo. Son las normas que marca el mercado y yo intento jugar con ellas sin traicionarme ni ‘venderme’ y sin perder la esencia de lo que quiero hacer y contar. Pero lo que no puedo olvidar es que esto es una empresa en la que me estoy jugando el dinero y necesito que el espectáculo sea rentable”, añade el director.
Temporada en Madrid y Barcelona
Aunque hay gente a su alrededor que trata de ‘huir’, a Campoy le gusta vivir en Murcia, pero sabe que “la endogamia no es buena” y cree que “no se puede hacer teatro solo para Murcia, sino desde Murcia”. ‘Perversiones sexuales en Chicago’ hizo temporada en Madrid y en Barcelona y ‘La vida resuelta’ sigue también el mismo camino, ya que se estrenará el 23 de abril en el Teatro Infanta Isabel de la capital –estará en cartel hasta el 29 de junio– y, ya después de verano, abrirá temporada en Barcelona.
Durante todo este año, el director murciano seguirá así disfrutando de la gira de ‘La vida resuelta’ por los teatros españoles, y explica orgulloso que “la experiencia con esta obra está siendo muy bonica”. Por ello no descarta volver a trabajar con los mismos autores –”están encantados porque hemos trabajado el texto, sobre todo, desde la libertad”– o repetir también con alguno de los actores; profesionales que valora y de los que está encantado de rodearse.
“Los problemas siempre surgen por el ego, cuando el director quiere ser el gran protagonista, el gran creador, pero a mí lo que me gusta es contar una historia, hacer un poco de director de orquesta, coordinar y dar unidad a un proyecto en el que participa mucha gente. Yo no soy el mejor autor ni el mejor actor –reflexiona Campoy–, y por eso trato de rodearme de buenos profesionales. Si fuera un genio… Pero creo que mi mayor mérito es saber que no lo soy, aunque supongo que algo de talento sí tendré cuando llevo en esto 14 años y mis trabajos siguen siendo bien recibidos”.
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