Con “esas mariposas benditas y malditas” ya en el estómago, el equipo de Doble K Teatro se enfrenta a las últimas horas antes del estreno de ‘Hay que deshacer la casa’ que esta noche acogerá el Teatro Circo Murcia. La nueva coproducción del centro con una compañía murciana estará en cartel hasta el viernes (12, 10 y 8 €) y, antes de que los primeros espectadores puedan verla, su director, Alfredo Zamora, se muestra ilusionado. Sus “buenas vibraciones” se deben, sobre todo, “a las dos bestias pardas –con perdón–” que se subirán al escenario, Eva Torres e Inmaculada Rufete. Ellas darán vida a dos hermanas que se reencuentran en la casa familiar después del fallecimiento de su madre… Hay que deshacer la casa, repartir recuerdos y se tendrán que enfrentar a alguno de esos fantasmas que pueblan la memoria.
En esta obra de Sebastián Junyent que habla de amor, de recuerdos y dolor con ternura y también algo de humor –”puede que las actrices incluso bailen”–, Zamora no quería hacer “una función al uso”. “Lo que plantea el texto es una clásica casa con paredes, pero nosotros hemos creado algo más abierto, con un gran ventanal… que dé la sensación de cerrado pero no de encorsetado”. También han jugado en la escenografía con los objetos que no están, recuerdos borrados… o enterrados.
El objetivo era “no ser realistas del todo” y cuenta Zamora que, durante la representación, hay momentos en los que los personajes “huyen de esas realidad del texto creando momentos metatreatales”.
Y es que sin riesgo, sin ese juego que permite al director llevar el texto a su terreno asegura Zamora que “el teatro sería muy aburrido”. “Hay que reinventar el texto para contar lo que quieres”, prosigue, aunque cuenta que la obra de Junyent no ha necesitado una gran adaptación y sólo le han dado “una pátina para que gane ritmo, eliminando partes reiterativas” y reduciendo su duración. “Menos es más”, sentencia.
Silencios y habitaciones cerradas
‘Hay que deshacer la casa’ está ambientada en los años 80 y emocionará de forma especial a las mujeres que, al igual de las protagonistas, vivieron su niñez en los 50. Guiños cinéfilos y referencias a “casas llenas de silencios, con habitaciones cerradas a las que estaba prohibido entrar” otorgan a la obra cierta “nostalgia” que asegura Zamora que también sentirán quienes no han vivido esa época. Sobre todo porque este montaje habla “de temas universales como los recuerdos, los fantasmas familiares, los reproches… y eso lo hemos vivido todos”.
El recuerdo de esa “última mirada antes de cerrar una casa” hará que a muchos se le forme un nudo en la garganta. Y, aunque la obra no hable de ellos, el director se quiere acordar también de quienes viven “la terrible situación de tener que abandonar su casa” por la crisis; “gente que cierra sus casas y se va, pero porque la están echando”.
“Un oasis en medio del desierto”
La compañía murciana Doble K Teatro lleva ya 16 años intentando “emocionar” sobre los escenarios –”eso es lo que tiene que hacer el teatro”, afirma Zamora– y, sobre todo, luchando. “Sigue costando muchísimo sacar adelante una producción –añade el director–. Cada vez es como si fuera la primera, y ayudas como la del TCM es un oasis en medio del desierto, un guiño y un capote a la producción murciana. Hay teatros que se han quedado sin programación, en otros sitios han caído mucho, se reducen las giras… y esto es algo caído del cielo”.
Más información sobre los horarios y precios de las entradas, en la web del Teatro Circo Murcia.