‘LA RESPIRACIÓN’
- PRODUCCIÓN: Teatro de La Abadía y Lazona
- TEXTO Y DIRECCIÓN: Alfredo Sanzol
- ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Alejandro Andújar
- ILUMINACIÓN: Pedro Yagüe
- MÚSICA: Fernando Velázquez
- INTÉRPRETES: Verónica Forqué, José Ramón Iglesias, Nuria Mencía, Pietro Olivera, Martiño Rivas, Camila Viyuela
- LUGAR: Teatro Circo Murcia
- FECHA: Viernes, 17 de febrero
“En las lágrimas del amor todos nos hemos ahogado”… Por eso en ‘La respiración’ todo el mundo se ve en algún momento reflejado. Nagore solo quiere morirse de asco en su soledad. Hace un año que se separó de ‘Él’, pero sigue siendo una náufraga en su propia cama, continúa tratando de reinventar y rehacer su vida, intentando apartar a manotazos los recuerdos y que el dolor deje de ser tan grande que le permita al fin respirar.
Nuria Mencía se pone en la piel de esta mujer que, en su desesperación, hasta empieza un día a hacerle caso a su madre (Verónica Forqué, siempre fantástica, siempre entrañable, siempre divertida), empeñada en el que el lexatin es mejor solución que el alcohol y que el yoga es un primer paso para comenzar a sentirse mejor, para aprender a respirar de nuevo.
De la mano de Andoni, su profesor del yoga, Nagore se ve pronto enredada en una situación a medio camino entre la realidad y la fantasía que, incluso sin saberlo, la ayudará a ir matando poco a poco a sus fantasmas… Un exorcismo similar al que supuso la propia función para el dramaturgo y director Alfredo Sanzol, que tiene en Nagore su ‘alter ego’ y que construyó esta historia para superar su propia ruptura sentimental, para aceptar la situación y poder volver a la realidad.
Por eso ‘La respiración’ está llena de verdad. Así como sin querer, como si nada, entre risa y risa, se cuelan frases y monólogos de pura y dolorosa verdad… Sobre la necesidad de que nos quieran, las relaciones a las que nos aferramos aún sabiendo que nos vamos a estrellar, sobre la dependencia, la insatisfacción, la soledad, el miedo y también la ilusión y esa gran verdad que es que da igual lo que te digan y lo que hayas vivido, porque volverás a jugártela, volverás a caer.
Pero lejos de ahondar en el drama, Sanzol ha apostado en ‘La respiración’ por la comedia, la farsa, la fantasía y el disparate como contrapunto al dolor. Buena apuesta… Y Nagore se ve envuelta –ahí es nada– en un loco sexteto amoroso en el que, además de su madre y su profesor de yoga, está el hermano de este, fisioterapeuta; su hijo, preparador físico (estupendo Martiño Rivas), y su novia.
Una panda que cualquiera querría tener al lado para poder huir de la realidad de vez en cuando y que protagonizan momentos divertidos en esta comedia que, sin embargo, también desbarra en más de un momento, excediéndose en el disparate y en la payasada, rozando a veces el humor escatológico –me debe faltar ese gen– y enredándose en una trama que se aleja demasiado de una realidad a la que Sanzol, lástima, ha demostrado que le puede sacar mucho provecho, que refleja con ironía en esta obra, y que, a mi juicio, debería haber explotado más.
Sobre todo porque cuenta con una maravillosa Nuria Mencía que en cada gesto, en cada palabra, suspiro, llanto o cabreo, clava ese personaje que un día se ‘entierra’ bajo las mantas en el sofá y al día siguiente se quita el sujetador mientras da saltos en el salón. Ese personaje con el que todos desde las butacas, también inmersos en nuestro particular exorcismo, nos reímos, junto al que acabamos canturreando y con el que aprendemos la importancia de respirar para volver a empezar. Para volver a jugársela.
Crítica publicada en el periódico ‘La Opinión de Murcia’ el 20 de febrero de 2017