‘MADRE CORAJE’
- COMPAÑÍA: Atalaya Teatro
- TEXTO: Bertolt Brecht
- DIRECCIÓN Y DRAMATURGIA: Ricardo Iniesta
- INTÉRPRETES: Carmen Gallardo, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Silvia Garzón, Manuel Asensio, Jerónimo Arenal y María Sanz
- LUGAR: Teatro Romea
- FECHA: Sábado, 13 de febrero
La cruel realidad de la guerra, de todas las guerras, llegó el sábado al escenario del Teatro Romea de Murcia con la representación de ‘Madre Coraje’, un interesante montaje de Atalaya Teatro. Bajo la dirección de Ricardo Iniesta, esta compañía andaluza lleva más de 30 años experimentando y creando un lenguaje propio que ha dado lugar a algunos excelentes montajes que hemos tenido la oportunidad de ver en Murcia –imborrable sigue siendo su ‘Divinas palabras’–. En este caso, Atalaya mostró sobre el escenario, de la mano de Bertolt Brecht y su ‘Madre Coraje’, una perspectiva poco habitual de la guerra: la de quienes se benefician de ella y creen, ilusos, que podrán salir triunfantes sin terminar convirtiéndose en una víctima más.
Es curioso ver cómo el concepto de ‘Madre Coraje’ ha variado tanto desde que Brecht creara, en 1939, el personaje de Anna Fierling, una vendedora ambulante que, con su carro lleno de baratijas, sirve a uno u otro bando, cambiando su bandera según sople el viento. El de Madre Coraje no es en absoluto un personaje ejemplar que ponga por delante la vida de sus hijos. El amor que siente por ellos –traducido en el dolor al perderlos– es lo que la salva, lo que hace que uno no acabe la representación queriendo lanzarle aunque sea el programa de mano en vez de aplaudir. Pero por encima de ese amor, muy por encima, está la propia supervivencia de esta mujer oportunista, calculadora, cínica y codiciosa. Carmen Gallardo realiza una gran interpretación de este complejo personaje que camina por el filo, que no despierta compasión pero al que tampoco terminas de odiar. Al fin y al cabo, ¿quién puede saber lo que haría en una situación similar?
El ambiente expresionista que aporta la iluminación, el toque oscuro y esperpéntico de los personajes, la presencia de los actores, su trabajo físico… Todo está cuidado y medido sobre el escenario y funciona a la perfección en una puesta en escena coral impecable. Como siempre. Pero en esta ocasión, el resultado no iguala otros montajes de la compañía.
Iniesta ha realizado un concienzudo trabajo de adaptación y de reducción del texto de Brecht, aunque quizá precisamente por estar la obra integrada por escenas tan cortas, como pinceladas, hace que se haga más larga y tediosa de lo que en realidad es. Vamos viendo pasajes de la vida de Madre Coraje a lo largo de los años de guerra, pero solo en ocasiones nos metemos del todo en la historia. Esto no significa que no haya escenas fantásticas en la versión de Atalaya, aunque también son muchas las que pasan sin pena ni gloria ante nuestros ojos, sin llegar a conmover. Y uno sale del teatro con una sensación contradictoria, de sí pero no… A pesar de las cuidadas escenas musicales –demasiadas sin traducir, por otra parte–, de la sobrecogedora huida al otro lado de la valla, de los fusilamientos de los ‘sin nombre’, del grito sin voz de Katerina que le cuesta la vida… Y a pesar de la fuerza con la que Madre Coraje, superviviente de la guerra y de la muerte, continúa tirando de su carro aunque ya no haya nada ni nadie en él.
Crítica publicada en el periódico ‘La Opinión de Murcia’ el 16 de febrero de 2016